Ignacio Abella (Prólogo)


Ignacio Abella y Alfonso Fernández-Manso entrevistados en la Cadena Ser

Desde su atalaya de Vera de Bidasoa, Julio Caro Baroja supo analizar de manera certera la evolución de los paisajes y los paisanajes desde antaño hasta nuestros días. Casi medio siglo después, me parece encontrar en este libro de Alfonso Fernández Manso un lenguaje muy diferente, pero unos diagnósticos e interpretaciones semejantes sobre problemas similares. La naturaleza y el mundo rural frente al urbanismo y la industrialización como modos de vivir y entender muchas veces irreconciliables. Ya sea la pequeña parroquia de Caro Baroja o el gran territorio de El Bierzo de Alfonso, se convierten bajo la atenta mirada de estos estudiosos en auténticos continentes con todos sus infinitos contenidos y unas relaciones más o menos complejas y sutiles entre la naturaleza y la cultura local.
Antropología y etnografía, historia y economía, ecología y literatura son algunas de las múltiples disciplinas en las que nos vamos adentrando a partir de artículos que tratan los temas más interesantes y candentes y, en ocasiones, controvertidos: el lobo, la minería y el carbón, el abandono rural y el castaño, la aldea y la vendimia, el bosque y los incendios, la energía y la contaminación…

Aquí se presentan muchas de las grandes cuestiones del pasado, el presente y el futuro de esta región, sin caer en el simplismo o la conformidad, ni en la aburrida petulancia de los eruditos. Es por ello que a partir de estas páginas se nos ofrece un punto de partida para la reflexión sobre el devenir de nuestro entorno natural y los errores y los aciertos del desarrollo y la civilización. Al mismo tiempo emprendemos un viaje espacio temporal, a través de los árboles, las estaciones y sus frutos en un paisaje degustado y disfrutado, pero sobre todo vivido en sus mil y una facetas naturculturales. Se diría que constantemente se nos muestran las raíces para invitarnos a mirar hacia la copa de este grande y querido castaño que se diría es El Bierzo.

Bajo las lúcidas propuestas e interpretaciones de Alfonso Fernández Manso, no podemos dejar tampoco de pensar que esta gran comarca, igual que nuestro pequeño planeta, intentan encontrar un rumbo en un momento crucial para todos, una vez hemos cruzado algunas líneas de no retorno que nos avocan a un futuro cada vez más incierto. Continuamente sentimos como el autor el placer de todo lo que aún nos queda de belleza y vitalidad y los dilemas de un presente y un porvenir que solo pueden afrontarse desde esta visión crítica e inteligente. En la actual encrucijada, más que nunca resulta necesaria esta mirada multidisciplinar y esta toma de conciencia de nuestro lugar en el paisaje y en la sociedad, para decidir qué queremos ser de mayores. Cuáles son los pasos que habremos de dar para deshacer y desandar tantos errores. Tenemos aquí un buen ejemplo de cómo resulta imprescindible, en todo caso, aunar las ciencias y las humanidades para poder siquiera comenzar a comprender e interpretar de manera correcta las diferentes dimensiones de ese paisaje. Ese paisaje que nos da de comer, de beber y de respirar, al que pertenecemos y al que estamos conectados a través de múltiples inteligencias. Es por ello que en muchos momentos, a veces dramáticos, agradezco especialmente no solo la claridad del autor sino ese lado poético que aflora acá y allá, como cuando nos muestra a la nieve igualando bajo su manto la escombrera de carbón y el bosque...

Sin la nieve y la poesía, estos relatos serían, como la propia realidad, demasiado crudos y desesperanzados.

    Ignacio Abella, en Colunga a 4 de abril de 2017