Ignacio Abella y Alfonso Fernández-Manso entrevistados en la Cadena Ser |
Antropología
y etnografía, historia y economía, ecología y literatura son algunas de las
múltiples disciplinas en las que nos vamos adentrando a partir de artículos que
tratan los temas más interesantes y candentes y, en ocasiones, controvertidos:
el lobo, la minería y el carbón, el abandono rural y el castaño, la aldea y la
vendimia, el bosque y los incendios, la energía y la contaminación…
Aquí
se presentan muchas de las grandes cuestiones del pasado, el presente y el
futuro de esta región, sin caer en el simplismo o la conformidad, ni en la
aburrida petulancia de los eruditos. Es por ello que a partir de estas páginas
se nos ofrece un punto de partida para la reflexión sobre el devenir de nuestro
entorno natural y los errores y los aciertos del desarrollo y la civilización.
Al mismo tiempo emprendemos un viaje espacio temporal, a través de los árboles,
las estaciones y sus frutos en un paisaje degustado y disfrutado, pero sobre
todo vivido en sus mil y una facetas naturculturales. Se diría que
constantemente se nos muestran las raíces para invitarnos a mirar hacia la copa
de este grande y querido castaño que se diría es El Bierzo.
Bajo
las lúcidas propuestas e interpretaciones de Alfonso Fernández Manso, no
podemos dejar tampoco de pensar que esta gran comarca, igual que nuestro
pequeño planeta, intentan encontrar un rumbo en un momento crucial para todos,
una vez hemos cruzado algunas líneas de no retorno que nos avocan a un futuro
cada vez más incierto. Continuamente sentimos como el autor el placer de todo
lo que aún nos queda de belleza y vitalidad y los dilemas de un presente y un
porvenir que solo pueden afrontarse desde esta visión crítica e inteligente. En
la actual encrucijada, más que nunca resulta necesaria esta mirada multidisciplinar
y esta toma de conciencia de nuestro lugar en el paisaje y en la sociedad, para
decidir qué queremos ser de mayores. Cuáles son los pasos que habremos de dar
para deshacer y desandar tantos errores. Tenemos aquí un buen ejemplo de cómo
resulta imprescindible, en todo caso, aunar las ciencias y las humanidades para
poder siquiera comenzar a comprender e interpretar de manera correcta las
diferentes dimensiones de ese paisaje. Ese paisaje que nos da de comer, de
beber y de respirar, al que pertenecemos y al que estamos conectados a través
de múltiples inteligencias. Es por ello que en muchos momentos, a veces
dramáticos, agradezco especialmente no solo la claridad del autor sino ese lado
poético que aflora acá y allá, como cuando nos muestra a la nieve igualando
bajo su manto la escombrera de carbón y el bosque...
Sin
la nieve y la poesía, estos relatos serían, como la propia realidad, demasiado
crudos y desesperanzados.
Ignacio Abella, en Colunga a 4 de abril de
2017